Robert Delaunay estuvo muy implicado en el desarrollo del cubismo en Francia con un estilo personal, denominado simultaneísmo y que desembocaría en la abstracción hacia 1912. Durante la Primera Guerra Mundial se instaló entre España y Portugal con su mujer, la también artista Sonia Terk-Delaunay. Juntos desarrollaron una notable actividad en los círculos de vanguardia de Madrid y Barcelona, especialmente con el grupo ultraísta, Ramón Gómez de la Serna y la compañía Ballets Russes de Sergei Diaghilev.
Durante su estancia en la península ibérica, Delaunay experimenta un retorno a la figuración, sin perder de vista el vibrante colorido y las formas abstractas de su obra anterior. A partir sus visitas al Museo del Prado en Madrid, realiza una serie de pinturas basadas en obras de la pinacoteca, entre ellas Le gitan [El gitano], inspirada en San Sebastián del Greco. Delaunay descompone la figura del modelo a la manera cubista y lo sitúa frente a un fondo abstracto de formas geométricas propias del orfismo.
En Le gitan Robert Delaunay lleva a cabo una gran experimentación. Con un vivo colorido, característico en su técnica, mezcló distintos medios, como ceras y colores al agua, para obtener esta superficie tan particular. La macrofotografía nos descubre el dinámico juego entre las capas más ligeras y vibrantes, y los trazos más matéricos, cuyas huellas del pincel se intuyen.
Al observar con detenimiento el cuadro, se distinguen las zonas en las que la pintura original se perdió y cuyas faltas han sido retocadas con color. Aunque estas se distribuyen de forma extensa por toda la superficie, se muestran con nitidez en el detalle ampliado de la zona del cuello y la barbilla.
En el estudio con luz visible se examinan los distintos tipos de craquelados en la capa pictórica, como los del área del pecho, para así vigilar su posible evolución.
La fotografía con luz lateral resalta el relieve de la superficie. Por un lado, destacan los volúmenes de los hilos verticales correspondientes a la urdimbre de a tela; por otro, los pequeños nudos que recorren la superficie de lienzo, que son de la propia tela o, en algunos casos, minúsculos empastes de color.
Además, este tipo de iluminación subraya las pinceladas con una mayor carga matérica. Conforme se aumenta la imagen, se perfilan a la perfección las huellas que deja el pincel al arrastrar la pintura, así como la rotura posterior causada por los craquelados; tal y como se advierte en el empaste de la oreja derecha del gitano.
La iluminación ultravioleta revela la magnitud de pérdidas que han sido reintegradas, que contrastan en color azul oscuro con respecto a la superficie pictórica. Este tipo de fotografía es una herramienta fundamental para los restauradores-conservadores a la hora de valorar con rigor la dimensión de un daño y diferenciar con facilidad el original de cualquier añadido.
El estudio comparativo entre las imágenes en rango infrarrojo y las de luz visible desvela trazos ocultos, dibujos subyacentes que pertenecen al año 1929.
Esta técnica desvela algunas líneas del somero dibujo preparatorio que Robert Delaunay utilizó como esquema compositivo, como se ve en la axila derecha del protagonista.